Él miraba por su ventana el exterior, observando el cielo nocturno con detenimiento y aislado de todo, sintiendo como pasaba el tiempo sin que pudiera hacer nada. Era incapaz de concentrarse en cualquier cosa, ya que miles de pensamientos no dejaban su mente libre. Pensaba en su pasado, en su presente, en su futuro, en lo que pudo ser y no fue, en lo que no debió ser y fue, en miles de cuestiones sin respuesta alguna.
Él quería ser libre, poder escapar de todo aquello y volar a un lugar donde todo el lo que parece ser, donde no existe la tristeza ni el odio, y la felicidad está tan presente en el aire que prácticamente se puede tocar. Pero hasta encontrar ese lugar, seguiría anclado a un mundo de ángeles con las alas rotas, incapaces de evadirse de la realidad. Solo la esperanza de quitarse las cadenas y poder volar a aquel lugar tan anhelado le mantendría vivo.
Historia de Historias (Parte 20)
Hace 15 años